Durante más de dos décadas, el alemán Michael Schumacher estuvo expuesto en un deporte de alto riesgo como el automovilismo. Paradoja o destino, llámese como quiera, lo cierto es que el más veces campeón en la historia de la Fórmula 1 sufrió su peor accidente practicando esquí, una actividad también peligrosa, pero no tanto como el deporte motor. Esto derivó en un trauma para el “Kaiser”, que desde hace un año disputa la carrera de su vida para recuperarse.
Ya retirado de la actividad a fines de 2012, los hechos marcan que el domingo 29 de diciembre de 2013, “Schumi” y su familia se encontraban de vacaciones en la localidad francesa de Méribel, que tiene un importante centro de esquí. Esta actividad no era nueva para el germano, que en ese entonces buscaba -tal vez- saciar en la nieve esa adrenalina que sólo le daba ir a fondo en un auto de la “máxima”, en la que logró siete títulos (dos con Benetton en 1994 y 1995 y cinco con Ferrari entre 2000 y 2004).
En el momento del incidente, el teutón se encontraba esquiando con su hijo Mick (15 años) y un grupo de amigos. En un descenso el ex piloto se cayó y se golpeó la cabeza contra una piedra. El casco se partió y evitó una lesión letal. Inmediatamente fue trasladado al hospital de Grenoble y el primer parte médico diagnosticó lesiones cerebrales serias, quedando en estado crítico. Tras dos operaciones de urgencia los médicos determinaron un coma inducido que duró varios meses.
La previa del Dakar 2014 y su posterior realización dejó de ser el centro de atención del automovilismo. Lo propio del deporte en general y de todos los ámbitos. “La canciller Angela Merkel y los miembros del Gobierno están muy conmocionados, al igual que millones de alemanes, por el grave accidente de Schumacher”, declaró el portavoz del gobierno germano, Steffen Seibert. “Rezamos, deseamos, esperamos que ocurra un milagro y que despierte el mismo que era antes”, dijo su compatriota y amigo, Sebastian Vettel, que venía de celebrar su cuarto título al hilo en la F-1 con Red Bull.
Luego llegaron las investigaciones de la justicia francesa donde se determinó que “en el accidente iba a velocidad normal” y que eligió “deliberadamente ir fuera de pista”. Creció el hermetismo de su entorno, que pocas veces quebró en forma oficial la vocera de Schumacher, Sabine Kehm. Ante este panorama algunos medios europeos hicieron de todo por tener algo de información. Un periodista, por ejemplo, llegó a burlar las medidas de seguridad del nosocomio disfrazado de cura. Y también hubo una persona que robó el parte del informe médico del “Kaiser” y lo ofreció a los medios de comunicación por varios miles de euros.
Hubo una luz de esperanza el 16 de junio, cuando “Schumi” abandonó el hospital francés y fue derivado a uno de Lausana, en Suiza. De ahí se lo trasladó a su casa en Gland, a orillas del lago de Ginebra, donde comenzó un cuidado basado en música, olores y comidas preferidas. “Ahora comienza una fase que tal vez requiera mucho tiempo”, escribió su esposa Corinna en una carta de agradecimiento a los fanáticos. “En los últimos meses y semanas mostró buenos avances, pero aún tiene un largo y duro camino por delante”, agregó Kehm.
Hace unas semanas el francés ex F-1, Philippe Streiff, lo visitó y contó que está mejor, pero todo es relativo. “Se encuentra en una silla de ruedas, paralizado y con problemas de memoria. Además no puede hablar”, relató. Su actualidad habría hecho que algunos patrocinantes lo dejen, como ocurrió con las firmas de moda Navyboot y Jet Set. Su fortuna se resistió con estos convenios rotos, aunque no tanto ya que está estimada en 1.300 millones de euros.
El próximo 3 de enero, cuando “Schumi” cumpla 46 años, el músico alemán Sascha Herchenbach interpretará la canción escrita para el ex piloto llamada “Born to fight” (Nacido para luchar) en un restaurante en Kerpen, su ciudad natal. Será un emotivo homenaje para Schumacher, el gran campeón que corre la carrera de su vida y está decidido a ganarla.